martes, 20 de marzo de 2012

Carta de Lectores, 10 de Octubre de 2007.


La cantidad de chicos que deambulan por Rosario en busca de dinero y alimento revela un panorama penoso, situación que ya pasó a formar parte de la cotidianidad. La mendicidad y el cirujeo representan actividades que muchos menores de edad practican, a veces a sus padres o acompañados por adultos que les obligan a pedir. Ellos son los excluidos, las víctimas de la pobreza. Padecen la falta de una adecuada alimentación para desarrollarse, no asisten a la escuela y tampoco disfrutan de un ambiente de vida saludable, confortable. Hay que poner en marcha programas de asistencia, inmediatamente. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se dispuso que un consultorio móvil recorra las calles brindando atención médica a los chicos en situación de calle, equipado como un consultorio médico, con pediatras y personal de enfermería. También se implementó un servicio telefónico de prevención y orientación, asistencia en las calles, centros de día y hogares convivenciales. Otras ciudades como Córdoba y Mendoza llevaron a cabo programas tendientes a capacitar a los niños en oficios: carpintería, computación, panadería, entre otros talleres. ¿Por qué no se implementan acciones similares en nuestra ciudad y la provincia? ¿A caso no disminuiríamos el trabajo infantil en las calles (...)?
Extraído del libro Hay un niño en la calle, de Marcos A. Urcola

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