miércoles, 21 de diciembre de 2011

Hijos del Agobio y el dolor

En Rosario, hace diez años, los problemas de escasez y exclusión social en muchos de sus barrios, se debían mayormente a la desigualdad provocada por el ineficaz sistema establecido, y a una dura crisis económica que resultaba por aquel entonces como producto del mismo. 
Los niños de hace diez años, los que vivían en estado de vulnerabilidad, eran pobres claro está, y no tenían prácticamente nada salvo a ellos mismos. Se dedicaban diariamente a vagabundear por las calles en busca de pedacitos de vida que sobraran a los demás miembros de esta extremista red socioeconómica. Pero al menos, lo hacían alejados de las drogas. 
Aquellos que hace diez años eran niños pequeños, hoy en día son jóvenes adolescentes, que probablemente no hayan disfrutado en su camino de los consejos y el amor necesarios para crecer sana y dignamente. Esas carencias pueden suplirse fácilmente con malos hábitos como la droga. Un negro bálsamo que hace olvidar con eficacia las vergüenzas del mundo.
Es importante observar cada paso que da una sociedad y su posterior repercusión en el futuro. Absolutamente ningún acto queda impune. El destino, si es que existe realmente, no debe ser algo establecido e invariable, ni escrito, por supuesto. Si existe, debe ser algo maleable, un eterno autodefinido, crucigrama o pasatiempo que va recogiendo cada palabra, cada hecho que realizamos, aprovechando toda decisión para ir forjando un recorrido.
Todo ser o comunidad se ve inclinado en su periplo vital hacia unos atributos determinados, debido a la influencia de uno o varios hábitos. Como sucede con la vida de una persona, la trayectoria de una sociedad marca unas pautas claras que quedan descritas por el influjo de algún hábito. Todo puede llegar a convertirse en un hábito, desde la risa hasta el llanto. El alcohol, la pobreza, el deporte, el mate, los caramelos de fresa, el dolor o la felicidad pueden, como no, llegar a ser hábitos. Tanto personales como colectivos.
Si los hechos del "Diciembre Trágico" no pueden volver a repetirse, es debido a las repercusiones con las que tales acontecimientos han tatuado las almas de todos los argentinos, y también porque esta sociedad se está haciendo inmune a las penas, gracias a su estrecha relación con el llanto. Sus tristes hábitos la están haciendo subir constantemente un peldaño más en la escalera hacia su destino. 
Un destino que, por suerte para todos, siempre estará sujeto al cambio, pero que tiene el deber de revisar continuamente sus hábitos para saber elegir de forma honesta y acertada aquellos que le son favorables. Cuanto más tiempo se tarde en vislumbrar el error, más difícil será realizar el esfuerzo que traiga consigo el cambio.


En primera persona


Durante ocho años, Graciela Cappelano fue compañera de trabajo de Claudio Lepratti en la Escuela Serrano, donde habitualmente en el turno tarde-noche comen más de 50 chicos.

“Tanta muerte para que todo siga igual, porque aquí en el barrio la pobreza y la marginalidad están igual o peor que hace 10 años, te diría que peor por la droga, cada vez más, ¿qué dejó la muerte de un muchacho como Pocho? Nada, no sirvió de nada”, resume Graciela con bronca, que desde hace 26 años trabaja en la Escuela Serrano como ayudante de cocina y recuerda a Lepratti como “un ser buenísimo, preocupado por los chicos, por los pobres”. Y agrega: “Supimos en su velatorio de su trabajo en Ludueña que no sabíamos, la cantidad de gente que lo quería.”
Graciela, resignada, describe al barrio Las Flores y el entorno de la escuela, diez años después: “Veo cada vez más pobreza, lo veo en el comedor, vienen las mamás con los hijos, con los taper para llevarle a los nietos. La droga es terrible, los chicos de la secundaria que vienen drogados, es una cosa de locos, nada que ver con lo que era el barrio antes, yo lo veo cada vez más pobre. La droga está muy fuerte, los chicos saben todo de quienes venden, dónde. Hay lugares que no me atrevo a ingresar; tengo amigas donde antes iba a tomar mate y ahora hay tiroteo entre bandas, los robos y la droga traen venganzas. Por más que haya planes, cada vez hay más pobres. Es horrible cuando te piden más y no le podés dar. Es un barrio con mucha hambre. Ahora que terminaron las clases te vienen de todos lados, por eso me pregunto ¿para qué murió Claudio?”.





Datos y declaraciones extraídas de la crónica de Santiago Baraldi
Diario El Ciudadano Web. 19 de Diciembre de 2011

5 comentarios:

  1. 2001 marcó un antes y un después en la historia argentina, tanto por lo trágico, como por lo esperanzador de ciertas prácticas participativas que comenzaron a aflorar - como las asambleas vecinales - o el vuelco a la militancia política de muchos jóvenes, efecto que aún percibimos.

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  2. Entre las cuestiones positivas que trajo aparejada la crisis del 2001 se cuenta el florecimiento de la economía social (Clubes de Trueque, por ejemplo) y la recuperación de fábricas por parte de sus propios obreros, que irrumpían en las mismas por la fuerza y las autogestionaba. Un paper se refiere a este fenómeno que documentó también en la película "La Toma" la canadiense Naomi Klein:

    http://www.iisg.nl/labouragain/documents/rebon.pdf

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  3. ....es bueno ver que sigue avanzando el blog :o)

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  4. Se hace lo que se puede... Gracias!

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